Voces Católicas nació el año 2010 en el Reino Unido. En ese momento se acercaba la discutida visita de Benedicto XVI. Fue en ese momento cuando Jack Valero y Austen Iverigh decidieron preparar a personas que trabajaban en diversos ámbitos de la sociedad como voceros que explicaran en los medios de comunicación los temas controvertidos que surgieron con motivo de la visita de Benedicto XVI. Y fue así como nació la fundación Voces Católicas, que actualmente está presente en numerosos países.
Hoy, después de más de una década de existencia, conversamos con uno de sus fundadores, Jack Valero sobre cómo busca ser ayuda para los tiempos actuales
¿Cuál ha sido la evolución de Voces Católicas desde su inicio?
Cuando el Papa Benedicto XVI visitó el Reino Unido, preparamos voceros para que explicaran en los medios los temas polémicos que surgieron y nos fue muy bien, salimos en muchos medios y entrenamos a mucha gente. Esta práctica se implementó en muchos países, incluido Chile. Los medios necesitaban a estos voceros que les explicaban temas y polémicas que ellos no entendían. Hubo una apertura muy importante de la prensa y nos fue muy bien hasta 2016 más o menos. En ese año, comenzó a disminuir nuestra participación en la televisión y la radio.
¿Por qué cree que ocurrió este fenómeno?
Los medios necesitaban entender el mensaje del Papa Benedicto, también las controversias que ocurrían en la Iglesia. Luego fue electo el Papa Francisco, y los medios, por tener más apertura y cercanía con la gente, creyeron que no necesitaban un mediador para entender su mensaje, cosa que no es así.
¿Entonces qué ocurre después de 2026?
La demanda por voceros baja en los medios de comunicación y muchos voceros que habían sido preparados comentaban lo valioso que había sido el entrenamiento no sólo para explicar los temas en los medios, sino también para conversarlos en su familia, con sus hijos, amigos, colegas. Ese mismo año publicamos el libro Cómo defender la fe sin levantar la voz y surgió la idea de seguir entrenando a gente que utilizara ese conocimiento y método en su vida normal. Actualmente damos formación a formadores para que vayan con todo ese conocimiento a colegios, parroquias, grupos, movimientos y universidades. Y así, poco a poco, vamos extendiendo nuestro método, que trata de entablar una comunicación a través de los valores compartidos.
Durante la pandemia hubo mucho menos actividad en todas partes por lo que quedó un poco de lado este objetivo, pero ahora estamos revitalizando el proyecto. Estamos en un período de transformación, se están estudiando cosas y lo que hicimos en un comienzo sirve perfectamente para esta nueva etapa que comenzamos, pues el número de católicos que quiere hablar en su entorno es mucho mayor a los que hablan en los medios de comunicación.
¿Es este nuevo enfoque más efectivo para comunicar la fe?
No es eso, los voceros van a estar preparados para explicar los temas ya sea en su entorno o en los medios. Cuando exista la necesidad de comunicar a través de la prensa, vamos a estar igual de preparados. Si existe alguna polémica en la Iglesia, los medios van a necesitar a nuestros voceros. Cuanta más controversia, más apertura de los medios hay. Mientras tanto, entrenamos, y damos formación a través de nuestro método. Y si nuestro método se expande, el cambio puede ser brutal. Esto no es un cambio, es una evolución. Queremos hacer un encuentro mundial en enero de 2025 y desde ahí hacer una hoja de ruta para ver dónde queremos ir y qué queremos hacer.
¿Cuáles son, a tu juicio, los temas más importantes en los cuáles debiéramos estar más centrados y capacitados los católicos?
La identidad de género, el feminismo, el matrimonio, la educación de los hijos; la Iglesia, el dinero, el abuso de poder, los abusos sexuales; la inmigración; la polarización en la Iglesia, y hoy, la idea de que cualquiera puede atacar o hablar mal del Papa.
¿Cómo se puede comunicar la fe en un mundo cada vez más intolerante y polarizado?
Lo más importante es comunicar de manera empática, lo que se hace cada vez más difícil. Nuestro método busca entender lo que está pasando y buscar puntos en común con los demás. Tenemos que hablar de igual a igual y desde un punto de vista personal y no institucional.
¿Cómo crees que se adaptó Chile a este nuevo enfoque?
Chile ha hecho mucho trabajo. Comenzaron a trabajar el 2012 y los voceros jugaron un rol muy importante cuando se abrió el tema de los abusos en la Iglesia. Creo que naturalmente en todo los países ha ido bajando el espacio en la prensa pero queda el tremendo desafío de llegar a muchos para enseñar a comunicar la fe.