El mundo mira con preocupación hacia Medio Oriente y Ucrania. Y con razón, ya que en esas regiones la guerra no cesa y el futuro se ve incierto. Sin embargo, otros lugares del mundo también están viviendo la violencia. Pero muchos lo hacen en silencio, porque sus sufrimientos no son noticias en los medios.
Desde 1968, todos los 1° de enero se celebra la Jornada Mundial de la Paz. Hace 55 años, el Papa Pablo VI exhortó a unirse en ese propósito, señalando que la Iglesia deseaba “dedicar a los pensamientos y a los propósitos de la paz una celebración particular en el día primero del año civil”.
Por eso, con motivo de este día dedicado a la Paz, los invito a dirigir su mirada a algunas de esas guerras olvidadas, de las que nadie habla.
En Sudán, en abril de este año, surgieron enfrentamientos entre diferentes facciones militares que han dejado a cerca de 6 millones de desplazados. Desde ese país, nos escribe el sacerdote Jacob Thelekkadan: “Aquí, en Sudán, miles han sido obligados a huir de sus hogares y a llevar una vida lejos de ellos como refugiados o desplazados… Todos anhelan regresar a sus humildes hogares, pero no pueden hacerlo debido a la guerra insensata y trágica que dura ya ocho meses.”
Sudán, Myanmar, Burkina Faso, Congo, Siria, Etiopía, Camerún… son solo algunos de los cerca de 50 países donde sus habitantes viven con el temor diario de perderlo todo o de morir. “Al final de un año, tengamos el valor de preguntarnos: ¿cuántas vidas humanas se han truncado a causa de los conflictos armados? ¿Cuántos muertos? ¿Y cuánta destrucción, cuánto sufrimiento, cuánta pobreza? Quienes tienen intereses en estos conflictos, escuchen la voz de la conciencia”, nos dijo el Papa Francisco el último día del año pasado. Y comenzó este 2024 pidiendo a María que nos ayude a alcanzar la paz.
¿Puede cada uno de nosotros ser constructor de la paz? ¿O hacerlo es sólo responsabilidad de quienes están en el poder? La paz se comienza a construir desde pequeños actos, que incluso pueden ser imperceptibles para la mayoría, pero que buscan alcanzar el bien común de nuestra sociedad. “Se trata de creer en la posibilidad de la paz, de creer que el otro tiene nuestra misma necesidad de paz”, nos ha dicho el Papa, y nos recuerda que el “miedo es a menudo una fuente de conflicto. La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza”.
Al comenzar un nuevo año siempre es bueno ponerse algún propósito. ¿Qué pasaría si todos los que estamos leyendo estas líneas nos proponemos aportar al bien común, desde nuestra propia realidad y posibilidades, y nos atrevemos a salir al encuentro del otro?
Magdalena Lira Valdés
Directora de ACN Chile y Vocera de Voces Conectadas